martes, 1 de noviembre de 2016

Primera entrada

Un rescate financiero es el acto de prestar o dar capital financiero a una entidad (empresa, país o individuo) que se encuentra en peligro de bancarrota, para salvarlo de la quiebra, insolvencia, la liquidación o la ruina, o para permitir que una entidad quiebre sin producir contagio financiero. Las palabras utilizadas en el habla anglosajona son rescue (término de uso formal) o bailout (término coloquial peyorativo).

El rescate puede ser hecho con fines de lucro, por ejemplo cuando un inversor resucita una compañía de futuro incierto mediante la compra de sus acciones a precios de ganga. También puede hacerse por interés social, como por ejemplo si un filántropo rico reflota una empresa de comida rápida no rentable en un país con problemas en la distribución de alimentos. También puede ser motivado por la necesidad de evitar un rescate mayor: por ejemplo, si el gobierno considera el transporte como esencial para la fluidez económica del estado, entonces protege las empresas de transporte (líneas aéreas, empresas petroleras, etc) mediante subsidios y préstamos a bajo interés.

Patrones comunes:
De los numerosos rescates ocurridos a lo largo del siglo XX han surgido ciertos principios o lecciones:

  • Los bancos centrales cargan préstamos para ayudar al sistema, proporcionando liquidez, cuando los bancos no pueden o no quieren dar préstamos a las empresas o individuos. La concesión de préstamos contra la falta de liquidez (pero no de insolvencia) se remonta al menos a 1873 (Lombard Street, por Walter Bagehot). 
  • El rescate permite a las instituciones insolventes (es decir, las que no tienen fondos suficientes para pagar sus obligaciones a corto plazo o las que tienen más deudas que activos) fallen de una forma ordenada, aunque no siempre es así, sobre todo si el país va a la quiebra. 
  • Permite entender la verdadera situación económica de las principales instituciones financieras a través de auditorías u otros medios. 
  • Los bancos que se consideran lo suficientemente saludables para sobrevivir (o demasiado importantes para que no lo hagan) necesitan recapitalización, lo que implica que el gobierno provea fondos al banco a cambio de acciones preferentes. 
  • Si se requiere tomar el control por parte de una institución debido a la insolvencia, se debe tomar el control efectivo a través de la Mesa Directiva o una nueva dirección, y cancelar el capital de acciones (es decir, los actuales accionistas pierden su inversión), protegiendo a los adeudados y a los proveedores. 
  • En ese caso, el gobierno se convierte en el propietario y más tarde la posibilidad de obtener fondos mediante la emisión de nuevas acciones al público cuando la institución nacionalizada sea posteriormente reprivatizada. 
  • Se debe prohibir el pago de dividendos para asegurar que el dinero del contribuyente se utilizan para los préstamos y el fortalecimiento del banco, en lugar de pagos a los inversionistas.
  • Recortes de los tipos de interés, para bajar las tasas de los préstamos y estimular la economía.